domingo, 6 de octubre de 2019

Roma

Roma
El prestigio de la civilización griega traspasó fronteras. Su capital, Atenas, que alcanzó
renombre por sus empresas intelectuales y culturales, estimuló la curiosidad de los ro-
manos, quienes se interesaron por saber más de la filosofía, la literatura y el arte griegos.
A Italia pronto llegaron los tesoros de arte de los atálidas mediante exhibiciones públicas
que, por el interés y admiración que despertaron, producirían un impacto intenso en el
gusto de los romanos. Con ellos viajaron los artífices helenísticos que se ocuparon de em-
bellecer la nueva capital del mundo con edificios, esculturas, murales y mosaicos.
Algunos historiadores argumentan que el estilo romano es una copia del arte de los
pueblos conquistados por el imperio, pero no sólo imitaba, sino que, aún más, perfec-
cionaba las joyas que llegaban a sus manos, e independientemente de su fascinación
por la cultura griega tuvo importantes logros. Los acueductos, los arcos, los sistemas de
drenaje, las bóvedas y los cementerios son algunos ejemplos de sus enormes aportacio-
nes a la humanidad.
La cronología del arte romano debe dividirse en tres grandes etapas: la primera se de-
sarrolló entre 509 a. C. y 27 a. C., época de la expulsión de Roma del último rey etrusco y
que señala la llegada de Augusto al poder.
La segunda etapa se ubica desde la época de Augusto, 27 a.
C., hasta el año 192 de nuestra era. Éste es el gran momento
del arte romano, en el que se sitúan las manifestaciones rea-
lizadas en el tiempo de los herederos; es decir, de todos los
emperadores hasta Adriano. Fue el periodo en el que el im-
perio adquiere su mayor extensión territorial y se desarrolla
su máxima creatividad artística.
Y por último, el bajo imperio, desarrollado al llegar al po-
der el emperador Septimio Severo en el año 192, hasta la
muerte de Teodosio en 395, fecha en la cual se produce la
separación definitiva de los imperios de Oriente occidente.

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